domingo, 15 de febrero de 2009

Semblanza de un maragato: Herminio García, mi padre.




LA ERA


Mis abuelos Cecilio y Socorro en 1972


Los gallos cantan saludando al alba.

El pueblo, aún de noche se despierta,

grupos de ovejas incrementan el rebaño.

Se preparan los aperos para ir hacia la era.


Las chimeneas humean.

La lumbre ya está encendida

Y el pote está rodeado

Con los tuérganos y encina,

Y dentro están los garbanzos

Con ración de la matanza.

Ya está todo preparado,

Igual que a la antigua usanza,

Es la comida del día,

Del ayer y del mañana,

También patatas con fréjoles

Sin olvidar la pitanza.


La familia se reúne en la pradera

Donde tienen su parcela y su castillo

Defendida con los rastros, con las forcas,

Con las bildas y con los bildos,

Y en una esquina, a la sombra,

La barrila y el botijo,

Y en una faena y mil,

Para levantar el ánimo,

Esperando está el barril.


El castillo se va saqueando.

La meda se siente resentida,

Y las armas que antes la guardaban,

Hoy la pinchan, hoy la hieren,

Buscando el sustento de sus vidas,

Destrozando sus paredes.


Se reparten los manojos,

En un círculo, en la era,

Garañuelas o vilortos rotos,

Ya no se ve la pradera.

Todo es paja, todo espigas,

Va a comenzar el concierto

Con el baile de la trilla.


Todo es bullicio en la era,

Saltan, cantan los chiquillos

Esperando que sus padres

Enganchen rápido el trillo.

Las vacas con paso lento,

El caballo más ligero,

Se encuentran una y mil veces

Desmenuzando la paja

Que es de trigo o de centeno.


Son los trillos cual barquillas

Los que hacen el trabajo,

Paja larga en la mañana

Igual a la marejada,

Por la tarde paja fina

Ya tenemos la mar llana.


La tarde ya finaliza,

Es el final de la trilla.

El descanso del ganado

Pero no de la familia.


La era, ¡la era es mucho más!

Hay que recoger la trilla,

Hay que barrer el solar

Con escobas de codeso,

Que te obligan sin quererlo

A encorvar tanto la espalda

Hasta besar casi el suelo,

Y cuando te enderezas,

El cuerpo se te desarma,

Pero hay que seguir barriendo

Hasta llegar a la parva.


Puede seguir la faena

Y si viene aire de arriba,

Hay que separar el grano de la paja

Con los bildos,

Pasarlo por la ceranda o criba

Y cuando ya está anocheciendo,

Con el cuartal o calderos,

Meterlo todo en las quilmas.


Y aún queda mucho más,

Todo eso yo pasé

En el campo trabajando,

Y hoy con los cascos puestos

Sigo y sigo navegando.


HERMINIO GARCÍA MARTÍNEZ

A bordo del Crucero Canarias, octubre 1956

3 comentarios:

elbucaro dijo...

Interesante historia la que cuentas de tu padre, como la de cualquier historia cotidiana, tan rutinaria o apasionante como sepamos extraer de ella. Y me emociona, como amante de las palabras que soy, ese poema que retrata la era, tan llena de vida, sobre todo se nota que brota de la inspiración de la nostalgia, porque sólo así se pueden escribir unas letras sobre un rincón mesetario desde una navegación. Un saludillo.

Anónimo dijo...

Tu trabajo de presentación se merece un 10 y no es por ser maragata de Castrillo,me ha costado saber quien eras hasta,nombrar a tus abuelos,y no olvidare cuando bajabamos los niños por la cuesta,y en vez de de decir socorro ausilio!!! deciamos Socorro Cecilio son cosas que nunca se olvidan.

MARI CARMEN dijo...

Hola, me gustaría saber quien eres.

Y sí, los nietos le cantabamos a los abuelos: SOCORRO, AUXILIO, SOCORRO Y CECILIO, y ellos simulaban enfadarse y corrían detrás de nosotros como para pegarnos, y nos reíamos muchísimo.

Muchas gracias por la buena nota que me has puesto.